Facebook es sin duda la galería social más importante de la red. Por eso su fundador es uno de los multimillonarios jóvenes más reconocidos del mundo.
Pero éste no es el único portal facilitador de las relaciones interpersonales. Aparte de este referente, hay otros adicionales con particularidades y curiosidades. Algunos, por ejemplo, sólo funcionan para hispanohablantes. Inclusive, hay un sitio que permite seguir de cerca la evolución de las llamadas “Social Networking Websites” y que se llama Mashable.
Hoy por hoy en todas las familias, en las empresas y hasta en los círculos gubernamentales hay innumerables usuarios que aprovechan estos cautivantes servicios casi a diario y que publican información reservada sin medir las consecuencias.
A través del exitoso lugar de Internet que ya mencionamos y de otros que lo emulan como Friendster, Tribe, Myspace, Orkut, del.icio.us, Networking Activo, Neurona, Tuenti, eConozco, Cielo, Dejaboo.net, Qdamos, Festuc.com, Spaniards, Linkara, Gazzag y Gentenotable, circulan sin cortapisas millones y millones de detalles, referencias, reseñas y noticias personales y familiares (nombres, lugares de residencia, estudio y trabajo, círculo de amigos, preferencias y fotografías, etc), a veces sobre situaciones, circunstancias y acontecimientos íntimos que si imperaran otros valores morales deberían permanecer en reserva.
Es así como se forma una gran burbuja de información en la cual pescan, como en río revuelto, los delincuentes. No nos referimos sólo a los pedófilos, grupúsculo pernicioso aún insuficientemente perseguido, sino a otros antisociales oportunistas que requieren para sus acciones sofisticadas la información básica publicada por los incautos. Recordemos aquí que muchos casos de hurto y secuestro se fundamentan en los datos colectados a través de estas páginas.
La idea de integrar a la comunidad cibernauta es buena, nadie lo discute, pero esto no puede hacerse a costa de la privacidad ni mucho menos poniendo en riesgo la seguridad de los consumidores.
Son éstos, sin embargo, quienes deben actuar por su cuenta, sin esperar que los resortes éticos o las salvaguardas técnicas provengan de la industria de Internet.
Nuestra recomendación es que sólo los mayores hagan uso de todos los recursos de Facebook o de los sitios similares; que los niños y jóvenes sean asistidos y supervisados por sus padres siempre que naveguen; que en las empresas e instituciones no brinden acceso a estos medios distractores que facilitan la fuga de información y la penetración de virus, y que, de ser indispensable, los adultos responsables publiquen sólo datos neutros que no comprometan la intimidad ni la seguridad de nadie.
Hoy, como hace años, deberíamos recordar el viejo proverbio que enseña que, en últimas, siempre somos esclavos de lo que decimos y reyes de lo que callamos.
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